febrero 23, 2009


Máximas para Educadores


1. El primer paso práctico en cualquier reforma educativa es darlo.
2. En educación, los fracasos son más importantes que los éxitos. No hay nada tan deprimente como una historia de éxito.
3. Enseñe al borde del peligro.
4. Ya no hay maestros. Sólo una comunidad de aprendices.
5. No desarrolle una filosofía de la educación para los demás. Desa¬rrolle una para usted mismo. Quizás algunos desearán compartirla con usted.
6. Para el niño de cinco años, el arte es vida y la vida es arte. Para el de seis, la vida es vida y el arte es arte. El primer año de escuela es un jalón en la historia del niño: un trauma.
7. El antiguo enfoque: el maestro tiene información; el alumno tiene la cabeza vacía. El objetivo del maestro: introducir información en la cabeza vacía del alumno. Observaciones: al comienzo, el ma¬estro es un imbécil; al final, el alumno es un imbécil.
8. Por el contrario, una clase debería ser una hora de mil descubri¬mientos. Para que esto suceda, el maestro y el alumno deberían primero descubrirse recíprocamente.
9. Enseñe siempre de manera provisional. Sólo Dios puede estar se¬guro.

R. Murray Schafer “El rinoceronte en el aula”


febrero 19, 2009


“Eres un buen chico- me hizo saber Mr. Wallance-. Bueno, ya sé que no eres tan chico, no estoy tan borracho. A la vista está que tienes muchas horas de vuelo, pero no importa, eres un buen chico. Lo llevas en los ojos. Ojos heridos. Humillados y Ofendidos. ¿Has leído a Dostoievski?… Eres uno de sus personajes. Humillado y Ofendido”.


Capote. Plegarias Atendidas. Monstruos Perfectos.



febrero 14, 2009

febrero 11, 2009


Calvin: ¿Sabes, Hobbes? Algunas veces, ni siquiera mis calzoncillos de cohetes sirven de nada.

Hobbes: Bueno, has hecho lo que has podido.

febrero 09, 2009

Pregunta: ¿Qué le asusta?.

Respuesta: Los sapos verdaderos en jardines imaginarios.

P: No, en la vida real.

R: Estoy hablando de la vida real.

P: Le haré la pregunta de otra forma. De sus experiencias, ¿cuál ha sido la que más lo ha atemorizado?.

R: Las traiciones. Las deserciones.

P: ¿Qué sabe hacer?.

R: Sé patinar sobre hielo. Sé leer al revés. Sé andar en patineta. Puedo acertar a una lata tirada por el aire con un revólver 38. He manejado una Maserati (al amanecer, en un camino desolado de Texas) a doscientos kilómetros por hora. Sé hacer un Soufflé Furstenberg (Toda una proeza: es un preparado de queso y espinaca que implica meter seis huevos poché en una mezcla antes de cocinarla. Hay que hacer que las yemas estén blandas al servir el soufflé). Sé zapatear. Escribir sesenta palabras por minuto.

P: ¿Y qué no sabe hacer?.

R: No sé decir el alfabeto todo completo sin equivocarme (ni siquiera hipnotizado; este impedimento ha fascinado a varios psicoterapeutas): Matemáticamente, soy un imbécil. Puedo leer sin anteojos, pero no manejar un auto sin ellos. No sé hablar italiano, aunque he vivido en Italia nueve años en total. No sé preparar un discurso, tiene que ser espontáneo, “al vuelo”.

P: ¿Tiene algún lema?

R: Una especie de lema. Lo escribí en un diario, de escolar: Aspiro. No sé por qué elegí esa palabra. Es rara, y me gusta la ambigüedad; ¿a qué aspiro, al Cielo, o al Infierno?. Sea como fuere, suena, inevitablemente, noble.
El invierno pasado caminaba por un cementerio cerca de la orilla del mar en una aldea de Nueva Inglaterra, un lugar donde el mar siempre está muy picado y demasiAdo frío para nadar. Era un cementerio encantador. Las fechas sobre las lápidas color gris verdoso, eran casi todas del siglo diecinueve, con algún tipo de inscripción, algo que revelaba la filosofía del ocupante. Una de ellas decía: SIN COMENTARIOS. De modo que empecé a pensar qué hubiera hecho inscribir yo en mi lápida… La primera inscripción que se me ocurrió fue: CONTRA MI OPINIÓN. Luego pensé en algo mucho más característico. Una excusa, una frase que uso ante casi cualquier compromiso: TRATÉ DE ZAFARME, PERO NO PUDE.

P: ¿ Cómo se enfrenta al factor reconocimiento?

R: No me molesta, y es muy útil cuando hay que pagar con cheque en lugar desconocido…

P: ¿Considera que la conversación es un arte?.

R: Un arte moribundo, sí… Una conversación es un diálogo, no un monólogo. Es por eso que hay tan pocas buenas conversaciones; debido a la escasez, dos conservadores inteligentes rara vez se reúnen.

P: ¿Hay algún espectáculo que le disguste especialmente?.

R: Los fuegos de artificio. Diseños evanescentes de mil colores, brillando en el cielo nocturno.

P: ¿Ha pensado en suicidarse alguna vez?.

R: Por cierto. Igual que todo el mundo, con excepción, tal vez, del bobo de la aldea. Poco después del suicidio del estimado escritor japonés, Yukio Mishima, a quien conocía bien, se publicó una biografía de éste, y , ante mi consternación, el autor cita sus palabras: Oh, sí, pienso mucho en el suicidio.Y sé que una cantidad de personas sesuicidarían, sin duda. Truman Capote, por ejemplo. No puedo imaginarme qué lo habrá llevado a esa conclusión. En este asunto me parece que le falló la intención. Yo nunca tendría el coraje de hacer lo que él hizo. De todos modos, como he dicho anteriormente, la mayoría de la gente que se suicida lo hace porque en realidad quiere matar a otra persona”…

P: ¿Cree en Dios o en algún Poder Superior?.

R: Creo en la Vida después de la Muerte. Es decir, me atrae la idea de la Reencarnación.

P: Si se le concediera un deseo, ¿qué pediría?.

R: Despertarme una mañana y sentir que soy al fin una persona adulta, sin resentimientos ni pensamientos de venganza, sin ninguna emoción infantil ni inútil. En otras palabras, hallarme a mí mismo como persona madura.
> Una nota Elocuente de Capote: A Propósito de la Pregunta ¿Cree en Dios o en algún Poder Superior?
Truman, revisando lo que contestó en el Autorreportaje nota que de alguna manera, saltó la pregunta, que trató de zafarla, como a él mismo le gustaba decir. Entonces hace un comentario sobre sus idas y vueltas con la religión católica. Capote retoma la pregunta, en diálogo consigo mismo, (notar al respecto el uso de la primera persona del plural y que aparece una charla imaginaria entre TC y TC) y explicando cómo superó la falta de Fe y volvió a creer en Dios, cita un cuento de Flaubert ( “San Julián, el Hospitalario”).

Dice Truman Capote:

TC y TC: Zzzzzzzzzzz

- No es tan sencillo. Yo creía en Dios. Y luego, no creí más… Empezaron a suceder cosas que echaron abajo esa fe. Primero fue la Iglesia, cuando nos poníamos inquietos al escuchar a un predicador ignorante y bruto diciendo estupideces; luego, todas esas escuelas donde estuvimos pupilos, que nos obligaban a ir a la Capilla todas las mañanas. Y la Biblia misma. Nadie con dos dedos de frente podía creer en eso que se le pedía que creyera. ¿Dónde estaban las setas?. ¿Dónde estaban las lunas?. Y por último, la vida, la vida diaria, barrió con los recuerdos de la poca fe que todavía quedaba. No soy la peor persona que se ha cruzado en mi camino, por lejos, pero he cometido algunos pecados muy serios, entre ellos, he sido cruel deliberadamente, sin preocuparme ni pensar en ello ni por un momento. Hasta que me vi obligado. Cuando empezó a llover, fue una lluvia fuerte y negra, que no cesaba de caer. Entonces volví a pensar en Dios.
Pensé en San Julián, en el Cuento de Flaubert, “San Julián, el Hospitalario” . Hacía tanto que había leído ese cuento…
…Y así fue que Julián se convirtió en San Julián….
De modo que allí estaba yo debajo de la lluvia, y cuanto más me castigaba al caer, más pensaba yo en San Julián. Rezaba para tener la suerte de poder abrazar a un leproso. Y fue entonces cuando volví a creer en Dios, y comprendí que Sook tenía razón: Que todo era designio del señor, la luna llena y la luna nueva, la lluvia que caía, que sólo bastaba pedir a Dios que me ayudara, y Él me ayudaría.

TC: Y, ¿te ha ayudado?.

TC: Sí. Más y más. Pero todavía no soy un santo. Soy un alcohólico. Un drogadicto. Un homosexual. Soy un genio. Por supuesto, podría ser estas cuatro cosas dudosas, y seguir siendo un santo. Pero no soy un santo todavía…

TC: Bueno, Roma no se hizo en un día… Terminemos de una vez y tratemos de cerrar los ojos…

TC: Pero antes recemos nuestra vieja oración:

TC y TC: Ahora que me apresto a dormir, pido al Señor que cuide mi alma. Y si llegara a morir antes de despertar, ruego al Señor que me lleve. Amén.

TC: Buenas noches.

TC: Buenas noches.

TC: Te quiero.

TC: Yo también, te quiero.

TC: Más vale así, porque al fin y al cabo, sólo nos tenemos el uno al otro. Estamos solos. Y así hasta la tumba. Ésa es la tragedia, ¿no?.

TC: Te olvidas de que también tenemos a Dios.

Tc: Sí. Tenemos a Dios…

TC: Zzzzzz
TC: Zzzzzzz

"Truman Capote en el centro del escenario": "Extractos de Vuelta Nocturna": "Autorreportaje".

febrero 07, 2009


Discover Robbie Williams!

febrero 06, 2009

“Por la terraza corren y me persiguen tres camaleones verdes. Uno se detiene a los pies de Madame, moviendo rápidamente la lengua bifurcada y ella comenta: Los camaleones son criaturas excepcionales, la forma en que cambian de color. Rojo. Amarillo. Verde. Lima. Rosa. Lavanda. ¿Sabía que les gusta la música?… No me cree, pero se lo probaré. Empieza a ejecutar una sonata de Mozart. Poco a poco empezaron a acumularse los camaleones: una docena, luego otra, en su mayoría verdes, algunos color escarlata o lavanda. Se deslizaban dando saltitos por la terraza y entraban en el salón. Un público sensible, absorto en la música. Et maintenant?. C´est vrai?”… (Música para Camaleones).

febrero 05, 2009

El sábado pasado volvía de mi sesión mañanera en la Regional cuando me crucé con un padre y un hijo. El chico tendría unos once o doce años. Nos quedamos mirando. Cuando los pasé, frené y me senté en un banco. ¿De qué conocía a ese chaval?

Hace cinco años, estando en uno de mis periodos de prácticas, estuve entrando a una clase bastante complicada dónde había un niño que andaba como el que acababa de pasar. Se llamaba Carlos, tenía un parche en un ojo y hierros en las piernas.
El primer día hice un barrido del patio y busqué un banco con sol y poco tránsito. Por aquel entonces, aún se fumaba en las salas de profesores. Me senté y al poco vino un niño con una bolsa de plástico transparente. Llevaba un sandwich de paté y un zumo de melocotón. Me preguntó si podía abrirle el zumo. Tenía seis años.
Al día siguiente volvimos a sentarnos juntos. Entonces me preguntó que si le cambiaba el zumo que a él el melocotón no le gustaba y su madre siempre le mandaba uno de esos. Así es que el se tomó el de piña y yo el de melocotón.
Pasaron los días. Charlamos mucho. Me contó que tenía una hermana de tres años en ese colegio pero que ahora estaba en el hospital. Su madre seguía poniéndole en la bolsa zumos de melocotón.
Decidí entonces comprar zumos de piña (sus favoritos) para las tres semanas que me quedaban de prácticas. Al día siguiente no vino a clase de música. Me fui a la sala de profesores a leer el periódico. Al siguiente pasé por su clase y su tutora tenía cara de estar más cansada de lo normal. Le pregunté por el niño. Me sacó al pasillo y me dijo que su hermana había muerto la noche anterior. Pensé entonces en todos los zumos de piña que tenía en mi despensa y me puse a llorar.


Ahora comparto almuerzo con A3años. Su hermana prepara las mochilas todos los días para ella y sus dos hermanos. Los bocadillos los hace siempre de Nocilla. A A3años le encantaba la Nocilla en octubre. A estas alturas de curso está algo cansado así es que cuando le apetece se sienta a mi lado en el patio y nos intercambiamos el bocata. Cuando termina de comer siempre me pregunta que si viene Patch (la mascota de la clase de inglés). Le digo que sí, sonríe y sale corriendo.


A3años un día de charcos.

febrero 03, 2009

Baja a la farmacia...


... a comprarte un tensoplás que yo voy a encargar
lo mío.


febrero 02, 2009

Un helecho y que vayamos disfrazadas.

En breve, Prófuga y yo, iremos al cumpleaños de una de sus fotografías. Es indispensable ir disfrazada de algún personaje cinematográfico. Aceptamos sugerencias.

Profu, aquí van mis propuestas. :)