marzo 17, 2009



Cómo echo de menos esa pastosa ciudad, gracias gracias por las fotos. Si me guardas una camiseta de la alegría entre las piernas te llevo un poncho del color que quieras.

Ser músico, verdad? Qué cosa tan diferente al resto. Ayer estuve en un concierto de la orquesta sinfónica nacional en la universidad. Me metí sólo para escuchar el concierto nº2 de Rachmaninov, porque me encanta, porque me acuerdo de quién creo que soy yo y de mis planes, y porque echaba de menos a R y una tarde como la que vosotros íbais a tener unas horas después. Ay. Por una vez no tuve que preocuparme de lo que pensaría la gente a mi alrededor. Porque lloré casi todo el tiempo, porque a mi alrededor la gente también moqueaba sin parar. Me parece increible lo apasionados que son. La pianista (una asiática, como todos los rachmaninovianos) salió cuatro veces y no le quedó otra que tocar música tradicional de su país durante un rato largo ante un público emocionadísimo.
El público aplaudía cuando le daba la gana, sin pensar cuántos movimientos quedaban para acabar la pieza: me emociona, plas, lo enseño. Después, en el autobús (mi centro de investigaciones antropológicas) mientras los coches se cruzaban en sentido contrario, el conductor se subía a la acera y demás aventuras, las parejas se besaban como si no se fueran a volver a ver en su vida (aunque eso no sé si era pasión o acojone, yo también me despedí mentalmente mínimo tres veces).





5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mira que carta tan rara (y eso que la censura ha sido notable :))

Calvin dijo...

Ya ves. ¿Eso es una carita sonriente?

Mármara dijo...

Cinco puntos, por esas sentidas lágrimas durante el Concierto nº2 de Rachmaninov.
Concierto que, por cierto, expresa el sentimiento trágico del autor hacia el amor.

Calvin dijo...

"C" que sepas que Mármara es toda una especialista en la materia. De la música y del amor.

Anónimo dijo...

Yo leí en el programa que cuando estrenó esa pieza todo el mundo se la echó para abajo: público, otros músicos, críticos...y él se lo tomó tan en serio que le dió una crisis nerviosa. Consejo para inseguras: aliviánense (alivianémonos) como dicen aquí.

Suertudos los especialistas en esos temas!