marzo 05, 2010

Apoyos ordinarios

Desde que la Consejería de Educación ha decidido ahorrar, yo hago sustituciones una hora detrás de otra. Agota. Derrota. Me deja sin voz. Lo mismo tienes que explicar LA DIVISIÓN, que tienes a un mini sujeto lloriqueando porque quiere una pegatina (que no se merece, nadie se merece semejante tontería) en la frente por haber traído un plátano para el almuerzo.

Andaba yo esta semana en la segunda planta, en el lado donde están los andamios con albañiles subidos en ellos. Sustitución, claro. Relieve español. Allá que voy yo con mis pliegues gigantescos de papel. Tengo una compañera que se cachondea de mi, dice que todo lo soluciono con aros y pliegues de papel. Y entro en esa clase con treinta tarros repletos de hormonas. Bla, bla, bla. Lo siento, hoy no tengo inspiración. Hoy no me sale el motivaros para que se os quede algo. No.
En una de esas miro hacia la ventana y lo veo. Sí, ahí está, un albañil con una tubería de unos veinte centímetros de diámetro puesta a la altura de la entrepierna. ¿Tiene cara de salido?. Sigo la dirección de su par de ojos. Una sujeto de once años sonriente sujetando su camiseta (con escote) para enseñarle de pleno las tetas al futuro fiambre (niña gitana, trabajador payo). Mira tú que bien, pienso. Apoyo la tiza en la pizarra. Me acerco a la niñata la cojo del brazo tranquilamente y la saco de la clase.

Es muy largo de contar. Pero os diré que el padre de la niña, en vivo y en directo, con un Cristo de oro colgado del cuello del tamaño un melón de esos redondos y anaranjados, me dijo que no tenía importancia lo que hizo su hija pero que “a ese hijo puta le iba a cortar los huevos”.

Y yo hoy, terminando la semana como la empecé, con ganas de subirme a una mesa y gritar como una loca y dar saltos y dar collejas. Me agota ser contenida y equilibrada. Necesito un patio de recreo para gritar y darle patadas a mis compañeros y decirle al profe de guardia que fueron ellos quienes empezaron.

10 comentarios:

María dijo...

Esa misma sensación tengo yo cuando los mismos dos de todos los días se pegan... Me encantaría insultarles también y pegarles... Pero me contengo, no sea que sus padres me denuncien.

emejota dijo...

Ya se que no es justo lo que voy a escribir puesto que abandoné hace años la enseñanza por razones varias entre ellas el agotamiento físico y de mi herramienta sonora.
Si no tuviera más remedio que tragar les mantendría lo más ocupados posible ( siendo una clase de sustitución con más razón) y pensaría que pertenezco a otro planeta con lo cual lo más conveniente en casos de extraterritorialidad sería: ver , oír y callar. Luego te desquitas con una buena música, o yoga, o bailongo, o carrera o lo que sea, pierdes la memoria y a disfrutar del tiempo que te quede. La cuestión variaría algo si conocieras muy bien a los padres de todos tus alumnos por diversas causas como es vivir en un pueblito o en una urbanización donde los niños se encuentren concentrados en una escuela cercana. Un abrazo.

dintel dijo...

Padres que habéis leído este post, ¿y ese concepto (o quizá entelequia) de la calidad de la enseñanza? ¿No vale la pena mover el culo del sofá? Son vuestros hijos...

(Calvin, lo he intentado, pero me parece que te va a tocar seguir sustituyendo).

Lo del andamio es pura anécdota, es para demostrar que los niños tienen un ángel de la guarda y cuando pasan por debajo de los hombres trabajando, nunca pasa nada, sólo es la maestra que sufre pequeños infartos intentando alejarlos de dichos andamios, ladrillos, cementos, pinturas y demases... En fin...

Calvin dijo...

María: sí a mi me pasa lo mismo y es cuando nos tenemos que dar cuenta que somos personas equilibradas...aunque siempre estará la enajenación mental transitoria. Me daría el día de visita del señor inspector de turno. No quedaría ni su maletín.

Emejota: ese consejo está bien cuando sustituyes de vez en cuando, pero yo soy la de los apoyos ordinarios que se pasa una media de siete sesiones semanales sustituyendo. Un abrazo para ti también.

Dintel:¡son las seis y media de la mañana de un sábado!! Gracias por intentarlo ;) Y sí es cierto, no parece que los padres valoren el currele que nos llevamos con sus pendras.

Candela dijo...

Siempre he pensado que la mejor inspección que podría hacerse sería una madre o un padre escondidos en cualquier parte del aula durante una jornada escolar. Que fuera actividad obligatoria y rotativa. Aunque pensándolo bien, tal y como están las cosas, quizás los maestros y maestras saldrían peor paradas todavía, porque hay una ola inmensa en la que padres y madres creen que lo que sus nenes hagan es siempre admisible cuando no bueno de la muerte.

Ico dijo...

ay cómo te entiende, no sé cuántas veces se me pasa por la cabeza dejar esta profesión porque pienso que no voy a aguantar tanto grito y tanto padre protector de lo que hacen esas lindas criaturitas malcriadas y consentidas... en fin, paciencia, lo del equilibrio ya se verá cuando nos jubilemos cómo nos afecta...

Calvin dijo...

Candela: hace poco tuvimos a varias madres y padres haciendo de asistentes en las aulas de Infantil y a lo largo de las sesiones y el día que los despedimos hicieron un balance muy curioso: "os ganais el cielo con nuestros hijos" Yo respondí que sólo pretendía ganarme el sueldo y que esperaba más apoyo a partir de ahora.
Desde entonces, a ese grupillo de padres, los tenemos para lo que queramos y sus nenes tienen un comportamiento algo más aceptable hacia nosotros.

Ico: lo cierto es que yo pienso muy poquito en dejar la profesión, al menos a corto plazo. Por otro lado, yo no se tú, pero yo me gasto en masajistas, homeópatas y demás un dineral para poder mantenerme, al menos, sin dolor físico (las contracturas y tendinitis me matan).

Mármara dijo...

Mi querida Calvin: es dura, la vida de la maestra, eso ya lo sabemos. Lo único que se me acurre es trasladarte, desde este espacio, mi solidaridad, mi cariño y mucho, mucho ánimo.

Calvin dijo...

Ains, Marmarita, muchas gracias. En los finales de trimestre se nota el cansancio acumulado también.

Justine dijo...

bhuf, la verdad es que ´lo que habría molado de verdad es haberse ido con la gitanilla, el payo con herramientafálica y el padre con los oros a tomar unas cañas... que es la mejor idea que yo tengo de un cuento con final felíz.