octubre 24, 2010

Sal de frutas en vena necesito yo.

Hay un momento en el que tienes que bajar la cabeza y ponerte a hacer lo que corresponde. Dispongo todo. Las personas a mi alrededor muestran su apoyo, constante y cercano. No me llega lo externo. Por más que lo intento no puedo huir de lo que sucede dentro de mí, me pongo en marcha y no llego a ninguna parte. Lo único que siento es una amargura que pasa al plano físico dejándome un regusto rancio en el paladar.
Gracias que tengo las sesiones de los miércoles. Cantar se ha convertido en una terapia para mi. Esta semana también se ha atascado, Per la gloria d'adorarvi versionada por la Sutherland me resulta soporífera. Menos mal que está Ramón Vargas para recordar que G. Bononcini pertenecía al Barroco. Aunque lo cierto es que tampoco me llega. No me llega nada.

8 comentarios:

María dijo...

¡Ánimo! Y si necesitas algo... canta.

emejota dijo...

Estas cosas suelen ocurrir cuando uno es demasiado consciente. Solo los niños, en su ignorancia, son felices. Si quieres ser feliz de otra manera, amiga....eso es harina de otro costal. Seguro que lo encuentras. Un fuerte abrazo.

Morgana dijo...

Ostras, Calvin!! A veces tú me dices a mí que no hay que darle demasiada importancia a la amargura... en este caso también??

(para cualquier necesidad de escucha o desahogo escríbeme al email)

Besos!!

Candela dijo...

Eso de la sal de frutas en vena ¿es para curar la amargura? Canta y canta, por libre, a solas y como se tercie, si te sirve de "antiácido integral". Un abrazote!

Sra. Castafiore dijo...

¿la cabeza en el deber y el corazón en el ser? ¡ánimo!

Calvin dijo...

Queridas féminas, ya ando algo mejor. Muchas gracias a todas por los ánimos.

C

Mármara dijo...

A ver,te me concentres, porfa. ¿No sientes las energía que te mando, vía salétile?

dintel dijo...

Uy, cantar, cómo lo añoro. Lo mío eran los musicales, mal cantados, por supuesto.