febrero 07, 2011

Y un día, lo dices en voz alta y todos a tu alrededor sonríen. Ocho años te ha llevado reconducirte. Dejas a tu preparador de oposiciones, te compras un par de botas de trekking y te apuntas a un curso de iniciación de lo que más te gusta.
Ahora te levantas a las seis de la mañana con una sonrisa en la cara y las siete estás en mitad del monte respirando. Los días que no trabajas estudias plantas y anatomía.

6 comentarios:

Leandro dijo...

Olé tus cojones (si no te he entendido mal)

María dijo...

¡Biennnnnnnnnnnnnnnn!

Ico dijo...

y qué bien sienta para el cuerpo y el alma..

Mármara dijo...

¿Cómo no vamos a sonreír? Y como ya lo tenemos todo masticado y digerido, sólo me queda reiterarte mi apoyo a la bendita pública, y recordarte(me) que quien no se moja...

Calvin dijo...

Leandro: aún no se lo he dicho a padres, así que no tengo tantos ;)

María: síiiiiiii!!

Ico: casi tanto como a algunos el red bull con whisky...

Mármara: ¿no se resfría? Pues eso, que yo, a la bendita pública te agradezco mil tus horas de teléfono dedicadas a mi persona :)

Leandro dijo...

En según que tesituras, es mucho más difícil decirse las cosas bien claras a uno mismo, que decírselas a los padres. O a quien toque en cada caso.