julio 15, 2009

Parte III

Bueno, el caso es que lo que pensara en ese momento, lo que ocurrió en su cabeza, pudo ser cualquier cosa, el resquicio del recuerdo del parque, el contraluz de una silueta, paró quizás una sola vez en la acera, se quedó quieta apenas el momento ignorado en que se apagan las farolas, la empujaron, le impusieron prisas, atascos, gritos, horarios, la ciudad que se abre como una flor y luego cae en silencio, y campanada, ciu-dad, se desformó en una mueca y quizás entonces no entendió, quizás llegó a la quieta y sola certeza de saberse otra vez, quizás hubiera dado todos los charcos con luna para que ese tiempo no hubiera pasado.

Puede que sea un destello lo que después ya siempre se añora, la hierba entre los raíles, hacerte despertar justo cuando comienza el mar tras la ventana, el instante huidizo perdido ya de tu gesto, una palabra con mayúscula, de esas que quizás no tengan forma o sonido y ocurre sin embargo como la lumbre inmensa de una vela, de esas que cuando se terminan no se caen y se rimpen con estrépito como un andamio o un tejado, qué raro, te has fijado, los días que llueve este invierno no dejan el cielo oscuro, queda amarillo, el caso es que se deshacen, se deshilvanan, se escurren para volver a la arena donde las encontramos.

-Vale. haz una pausa, ¿algo confusa? No es necesario que vislumbres siquera el sentido de cada frase. Te ves a ti misma sentada oyendo una historia que empieza a incomodarte y dudas si tienes enfrente a una actriz, una loca o un títere ahora caído y pensativo.
Venga, seguimos. Fija la vista en el otro extremo levemente iluminado, vacío. Por tu cabeza vez pasar a una chica con una carpeta negra y olvida que es de noche pensando como se parece, sí, a esa que tú y yo sabemos, hasta en la forma de andar con la nuca un poco curva de quitarse de la cara el pelo oscuro.


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