julio 17, 2009

Parte V

Poco a poco, no digo que sea el tiempo, quién lo menciona, pero es cierto, poco a poco la percepción aumenta, ante las malas vistas ponemos visillos, cada año más frío y cada vez cuesta más despertar, aún de noche en invierno, notar el colchón ahuecado bajo las caderas y el peso leve de las mantas, desde por la mañana tarde, a deshora, y aún así esperar algo, eso mismo que los otros, supongo, una caja de música tapizada por dentro de espejos convexos y una bailarina, por supuesto, en el centro, el hecho es que la percepción aumenta y tal vez por eso que nos vamos quedando más solos. En los pueblos esas cosas se notan, todos son vecinos. Una vez fui a su casa a ver unas cintas. Elvirita bailando, el cumpleaños de Elvirita, cuando Elvirita, mira qué mona, quién iba a pensar..., cuando Elvira cumplió cuatro años, y después los dos niños frente a la cámara, quietos, mentalizados a intervenir en el vídeo familiar, es otoño y sonríen nerviosos, de pronto el mayor da un empujón a la cría que se cae al suelo de lado y tiesa, se ríe, no saben bien por qué y luego no reacciona cuando su hermano la coge por una pierna y la arrastra corriendo orgulloso por la calle cubierta de hojas. Tal vez sea por el tiempo que no nombro, que nadie nombra porque no puede, la diferencia entre mirilla y cerradura, después de todo a él que más le da que lo escriba con minúscula, minúscula venganza a no poder nombrarlo, cómo volver a decir invierno, qué raro que nos guste dormir con otro, no sólo a nosotros, Elvira, lo que tú entendías por salvarse, cuando se está más indefenso poder tocar, y quién va a decir que eso es mentira.

1 comentario:

dintel dijo...

Me voy pensando en tu texto.