julio 10, 2009

Tengo por costumbre hacer revisión y limpieza de papeles siempre que se acerca la fecha de mi cumpleaños. Este año lo he hecho más detenidamente, pues tras la levantada de peso que me han dado en las oposiciones (con y sin razón) debo mirar cómo era hace años, con qué dificultades me encontraba a la hora de estudiar (cualquier cosa que no fuera música) y cuales eran mis motivaciones.
Ayer no pude menos que sonreir algo tristona cuando di con algo que escribí al terminar el instituo. Años más tarde, cuando finalicé el primer año de magisterio, puse una nota al final de ese texto: "nada ha cambiado". Hoy, nueve años después, algo ha cambiado en mi para bien, pero el sistema de evaluación sigue igual.


Dias estériles, perdidos, irremediablemente perdidos, pasados en medio de una nubosidad y una divagación sin fin. La dificultad para concentrarme en cualquier cosa que no sean sonidos, me da fiebre. Si toda la vida es como esto que se llama juventud, es una triste vida... ¡vida insoportable! (vaya una dramas estaba hecha).

Hago balance seriamente. Seriamente no implica una hipocresía inicial. Quiero decir, que dentro de mis posibilidades, estoy dispuesta a escribir claro.
No tengo ninguna conidición para la amistad. Sólo quiero a las personas que me puedan enseñar algo -y un momento a las que me distraen-. Las efusiones y atenciones ajenas me producen el efecto de una vejación. Los elogios me dan fiebre. Las perfumadas amabilidades del profe de Historia, me sublevan. Si fuese rica y pudiese tener pianista, ya lo hubiera mandado a paseo. Mi egoísmo es nauseabundo e infecto.

Después de estos cuatro años en el instituto, me parece lo que se suele decir rutinariamente: que se pierde el tiempo...
A mi entender, el peor defecto del sistema, es la falsificación que produce en la sensibilidad, en la inteligencia y en el caracter. Tiende a hacer ver las cosas no como son realmente son, sino a través de un cartón superpuesto. No es un esfuerzo para pasar de lo simple a lo complejo - como la vida exige- para llegar a una cierta visión humana quintaesenciada. Es un esfuerzo para simplificar a través de la trampa sistemática... en el instituto, saber cuenta muy poco: lo principal es aprobar.





Errante, Mármara y Prófuga, gracias por vuestros mensajes, vuestra paciencia infinita y la tranquilidad que dábais con esos años de experiencia que me sacáis de ventaja.
Mármara, la letra traducida aquí

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ufff, me resulta duro leerte y más pensar que eras una joven con esa sensación de frustración. La vida, y eso ya lo sabes, es un contínuo cambio, constante e irremediable. Esa es la pura realidad, todo lo demás son adornos. Agárrate al potro y verás que todo es más llevadero.

Mármara dijo...

My dear Canyon: como ya te escribí ayer por la noche, casi que no digo nada aquí al respecto de los "levantamientos en peso".
Sólo que me ha encantado esa consciencia clarividente que tienes e ti misma, respecto a las amistades y las actitudes ajenas.
También, que te has dado a ti misma una clave en este escrito de juventud. Quizás sea momento de sopesar. Quizás.
Ya que vamos a vernos dentro de poco, casi que mejor dejamos los sopesamientos y los cálculos sobre levantamientos para realizarlos con unas botellinas de sidra y unas andaricas-nécoras (si es que te gustan).
Un placer compartir contigo mi experiencia.
Besinos veraniegos, ¡por fin!

dintel dijo...

La consciencia es importante.

prófuga dijo...

Zicher, no pienses, que pensar sólo trae disgustos y conduce al pecado.