agosto 30, 2009

Último salto del verano.

Ser interino tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. A mi me permite, en mi tercer año como maestra, cambiar por tercer año de ciudad. Eso conlleva cambiar de centro, de directiva y de alumnado.
Aprovecho mi falta de pantalones para sentarme a estudiar una oposición para moverme por todos los puestos posibles que me permite mi titulación. El primer año supe lo que era llevar una tutoría de quinto, seis asignaturas,apoyos a niños que no hablan español, tener cincuenta compañeros y un equipo directivo inflexible en sus opiniones y decisiones (colegio concertado). El segundo año decidí probar una unitaria con veinte alumnos en total entre los tres y los siete años, compartía todo el centro con dos compañeras más y pude tomar decisiones a nivel directivo.
Este año voy a experimentar cuatro cosas que me apetecían desde que empecé a trabajar: dar clase en un centro para adultos, trabajar de tardes-noches, vivir en una ciudad con puerto y tener un piso para mi sola.
Mujeres, se terminó el veranillo. Mucho ánimo para la vuelta a la realidad.

5 comentarios:

mam dijo...

Pues las cuatro cosas suenan muy requetebien....así da gusto volver a la realidad, llena de cambios maravillosos.

Ico dijo...

ni aún de funcionaria tienes estabilidad hasta que cojas muchos años despuès la plaza..eso sí.. conoces de gente....

prófuga dijo...

Se te olvida una quinta cosa por experimentar: quedarte dormida en clase -en calidad de profesora, claro.

Mármara dijo...

¡Ay, qué ganas tengo de que me cuentes qué te has encontrado en tu nuevo centro, suertuda, que eres una suertuda! Coincido con Profu, has de experimentar eso de quedarte dormidica en el aula, aunque no sé por qué me da que con el alumnado que vas a tener te va a resultar pelín complicado.

Anónimo dijo...

Gran cambio!!