marzo 17, 2010

Cuando la conocí me dijo que se setía sola. Entregada yo, me fui a vivir con ella. Pronto descubrí su alta tolerancia a la pelusa. La dejé el día que la sorprendí en su cuarto jugando al poker con tres de ellas.
La otra noche un amigo en común me informó sobre su nueva adquisición: una casa con habitaciones poliédricas.

9 comentarios:

María dijo...

¿¿??

Calvin dijo...

María: dígame usted.

Calvin dijo...

¿ALguna pregunta?

María dijo...

Que... ¡no me he ententido nada! ¿Qué son habitaciones poliédricas? ¿Para qué sirven? ¿Son útiles?

Anónimo dijo...

¿para que las pelusas no se "acomoden"?

Ico dijo...

¿ Te molestaba la pelusa? ¿ No ser una de ella o te sentiste pelusa? dudas que me sugieron...

emejota dijo...

Pelusas, polvos, empiezan por p. El post me ha estimulado imaginarme una historia de cuernos y de engaños. Mira que soy mal pensá. Un abrazo.

Calvin dijo...

María y cia: nada de cuernos, pelusas reales. En cuanto a lo del poker, pues el puntillo cómico.
Y creo que es justo lo contrario que piensa Alson, las pelusas se van a acomodar muy bien a su nueva casa. Tendrán ellas muchas esquinitas y recovecos donde estacionar hasta que la siguiente corriente de aire las lleve a otras esquinas.

Marga dijo...

Mira que tienes amigos raros. Amueblar una habitación poliédrica debe ser complicado.